Adolfo Couve


Pintor y escritor chileno. Nació en Valparaíso el 28 de marzo de 1940 y murió en Cartagena el 11 de marzo de 1998. Realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio San Ignacio y sus estudios artísticos en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde fue discípulo de Pablo Burchard. AdeMás, realizó estudios en l’Ecole des Beaux Arts de París (1962-1963) y en The Arts Student League en Nueva York.

Su labor docente se extendió desde 1964 hasta el día de su muerte, siendo profesor de Pintura e Historia del Arte en la Facultad de Arte de la Universidad de Chile, donde también fue profesor de Estética.Además fue Profesor Asistente de Augusto Eguiluz y Profesor de la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile.
A pesar del reconocido talento plástico del artista, desde 1971 hasta 1983, abandonó la pintura para dedicarse a la literatura y transformarse en escritor. A partir de 1983 retomó nuevamente la pintura, pero sin dejar de lado las letras, de modo que desarrolló ambas actividades.

Los últimos 12 años de su vida los vivió en Cartagena, uno de los lugares que más amaba el artista y que fueron la inspiración de sus últimas telas y textos.Como escritor perteneció a la Generación del 68 junto a Skármeta, Wacquez y Carlos Cerda, entre otros.

Entre premios y becas que obtuvo, destacan: Beca Escuela de Bellas Artes de París, Francia (1962); Tercer Premio, Salón Oficial, Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago (1963); Segundo Premio, Salón Oficial, Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (1966); Premio Mérito, Concurso CRAV, Santiago (1967); Primer Premio, Concurso Acero del Pacífico CAP, Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (1967); Premio de la Crítica 1989, especialidad Literatura, Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso por su libro "La copia de yeso" (1989).

En el área de la literatura publicó los siguientes títulos: Alamiro (1965); En los desordenes de junio (1974); El Picadero (1974); Tren de cuerda (1976); La Lección de pintura (1979); El Pasaje (1989); La copia de yeso (1989); El cumpleaños del Sr. Belande (1991); Balneario (1993); La comedia del arte (1995); Cuarteto de infancia (1997).



Adolfo Couve fue un importante profesor de Historia del Arte y de Estética en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, que se desempeñó en ese cargo por muchos años, logrando, con el enérgico discurso de sus cátedras, marcar sustancialmente a varias generaciones de artistas e historiadores del arte. Sus clases, cortas pero intensas, versaban sobre las cualidades transformadoras de la obra de Cézanne, el manifiesto sobre el claroscuro que es 'La Ronda Nocturna' de Rembrandt o la maravilla pictórica de alta complejidad barroca de 'Las Meninas', de Velázquez.

Además de la labor académica que realizaba con la mencionada pasión, Couve incursionó en la literatura; en diversas novelas desarrolló sus teorías sobre el arte, a la vez que encontraba otra posibilidad de expresión para su particular poética. Esos libros son Alamiro (1965), El Pasaje (1979), Balneario (1993), La Comedia del Arte (1995) y Cuando pienso en mi falta de cabeza (editado de forma póstuma en 2000).
Fue también pintor, y debido a que esta producción es poco conocida, decidimos investigar las cualidades que definen su obra pictórica.

Con el óleo sobre tela como principal técnica, Couve desarrolló básicamente tres géneros: retratos (de conocidos o de él mismo), naturalezas muertas y paisajes, principalmente playas de la costa chilena.
Sus pinturas se constituyen en torno a la economía de medios: trazos rápidos, gestuales y únicos para representar pocos objetos, estilo abocetado, amplios espacios 'vacíos', reducida paleta de colores y un tema aparentemente nimio; con esto, aquello de 'menos es más' hace una patente demostración de su verdad en la obra de Couve.

El pintor obviaba los detalles de los paisajes o personas que llevaba a la tela, incluso a veces ni concluía las figuras humanas con sus correspondientes piernas y pies, pues lo fundamental en sus cuadros es la pintura que se piensa a sí misma, especialmente, en lo que se refiere a juegos de luces y sombras, la pérdida de la perspectiva clásica, la emergencia de la textura y color del lienzo como un medio válido más (en algunas pinturas hay sectores que Couve no pintó de blanco como creemos ver, sino que decididamente dejó la tela en estado crudo) y en definitiva, a todo lo que invite a reflexionar sobre la pintura como artificio.

El pintor no utilizaba su imaginación para crear las escenas de sus cuadros, siempre prefirió trabajar a partir de un referente real concreto; aunque su estilo de tratar estos objetos es aparentemente negligente, pues todo es insinuado como si se tratara de un boceto, lo que realmente sucede es que el pintor no insiste en la representación: le bastan su certeza y sutileza.
Al enfrentarnos a las pinturas de Couve, ver su factura y temas, tendemos a pensar que dado el período en que fueron hechas están desfasadas en relación a los movimientos artísticos que surgían contemporáneamente.

Él mismo explicaba, ante tal recriminación, que las vanguardias se sucedían de forma tan vertiginosa que todos los artistas son anacrónicos sin darse cuenta; consideraba que las vanguardias eran tan dudosas y efímeras, que el aparente anacronismo de sus obras podría ser considerado perfectamente como vanguardia.

 Fuente : PORTALdeARTE.cl
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